Las mujeres representan un grupo vulnerable a ciertos trastornos de salud mental debido a factores biológicos, sociales y culturales. Cambios hormonales asociados a la menstruación, el embarazo, el posparto y la menopausia pueden aumentar la susceptibilidad a depresión, ansiedad y trastornos del ánimo.
Además, las mujeres a menudo enfrentan presiones sociales y culturales que incrementan su vulnerabilidad, como la desigualdad de género, la violencia doméstica, la discriminación laboral y la sobrecarga de responsabilidades familiares. Estas experiencias pueden generar estrés crónico, disminución de la autoestima y dificultades en la regulación emocional, impactando directamente en su bienestar psicológico.
El abordaje integral de la salud mental en mujeres requiere un enfoque sensible al género, que incluya detección temprana de síntomas, apoyo familiar y comunitario, psicoterapia, educación en salud mental y, cuando sea necesario, intervención médica. Promover la igualdad, prevenir la violencia y garantizar acceso a recursos de apoyo son pasos fundamentales para proteger y mejorar la salud mental de las mujeres.