El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por la presencia de síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad, que aparecen desde la infancia y pueden impactar el rendimiento académico, laboral y las relaciones interpersonales. Estos síntomas no se deben a falta de voluntad o mala crianza, sino a diferencias en el funcionamiento cerebral, especialmente en áreas relacionadas con la autorregulación y el control de la atención.
El TDAH se manifiesta de manera heterogénea: algunas personas presentan principalmente dificultades para concentrarse, otras muestran mayor impulsividad e hiperactividad, y muchas combinan ambos patrones. A pesar de los retos que implica, muchas personas con TDAH desarrollan creatividad, dinamismo y gran capacidad para resolver problemas cuando encuentran entornos que les apoyan y estrategias adecuadas de manejo.
El tratamiento suele ser integral, combinando intervenciones psicoeducativas, terapia conductual, estrategias organizativas y, en muchos casos, medicación. El diagnóstico temprano y el acompañamiento profesional favorecen una mejor adaptación a lo largo de la vida. La comprensión y el apoyo del entorno —familia, escuela y comunidad— son fundamentales para reducir el estigma y potenciar el desarrollo pleno de quienes viven con TDAH.